Los trabajadores y trabajadores de las empresas contratistas de Ternium-Siderar en San Nicolás están en pie de guerra contra la empresa y el titular de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) local, Naldo Brunelli, por un combo letal contra el pueblo nicoleño que combina despidos, precarización laboral y ajuste en los salarios. En este contexto, y tras dos semanas de paros y movilizaciones, los trabajadores “seguimos sosteniendo la lucha contra la empresa y Brunelli”, afirmó Iván Jormich, transportista metalúrgico y militante del Partido Comunista de San Nicolás.
La situación estalló cuando las empresas que trabajan para Ternium-Siderar dispusieron más de 250 despidos, en el marco de la crisis económica que azota a las empresas productivas del país por el plan económico del gobierno nacional, amparado por las cámaras empresarias y con la complicidad de una burocracia sindical. En este dispositivo, Brunelli emerge como un responsable central de los despidos y de la precarización, en tanto titular de la UOM y, al mismo tiempo, controlador de más de una decena de empresas que prestan servicios al gigante del acero en Argentina; el Grupo Techint, propiedad de Paolo Rocca. Iván Jormich, transportista metalúrgico y militante del Partido Comunista de San Nicolás, recordó que “Brunelli fue uno de los dirigentes que entregó Somisa en los años noventa y, como contrapartida, se quedó con el control de muchas empresas que trabajan para las plantas de Siderar, en un claro arreglo con la patronal”. Un ejemplo paradigmático es el de la empresa Loberaz, una tercerizada que trabaja para Siderar y controlada por Brunelli.
Desde entonces, este dirigente de la UOM es un factor clave para la estabilidad de la empresa y un dique de contención para los reclamos y necesidades de los trabajadores. Su caso es representativo de esa triste estirpe nacional de dirigentes gremiales que se encuentran en los dos lados del mostrador. Pero también, que profesan con convicción y dureza un macartismo que sonrojaría al más obsecuente senador republicano de los años cincuenta del siglo XX en Estado Unidos. “Con Brunelli las familias comunistas estamos imposibilitadas de contar con la posibilidad de que nuestros hijos ingresen a trabajar a las plantas de la empresa”, comentó el militante del PC.
En el diálogo que mantuvo con Nuestra Propuesta, Jormich realizó un repaso detallado sobre la situación del conflicto, sus orígenes y perspectivas. “Los despidos se produjeron porque Siderar apagó sus hornos y en su lugar tiene pensado instalar hornos eléctricos provenientes de China”, detalló. Si un horno convencional emplea, comúnmente, dos mil trabajadores, un horno eléctrico requiere, apenas, de entre cuatrocientos y seiscientas personas. La otra cuestión sensible para comprender el conflicto reside en los problemas que aquejan a las ramas 17 y 21 de Acindar, “que están con problemas muy serios, que incluyen despidos y suspensiones en toda la región”.
Dada la centralidad que tiene la empresa en San Nicolás y aledaños, se espera que la crisis que se abre sea profunda y duradera. Ante el conflicto en curso el militante del PC enfatizó que una menor actividad y contratación por parte de Siderar “implica también el cierre de tornerías y empresas de logística que prestan servicios para sus plantas”. A partir de allí, “se complica todo”. En efecto, “en San Nicolás se habla de que para diciembre la situación va a ser muy delicada y que, si no se logran torcer los brazos de la empresa y de la política económica del gobierno, más de dos mil familias quedarán en la calle en los próximos meses”.
Queda claro entonces que la afectación de los despidos en la economía local puede ser devastadora. “Es un tema del que se habla constantemente en la calle, en comercios y comercios de la zona”, retrató Jormich y añadió: “en el obrero común, la preocupación es general”. En este contexto, “la perspectiva, lamentablemente, es la de siempre para el despedido: obtener la indemnización y con ese dinero abrir un kiosco o un pequeño local comercial o comprar un auto para manejar un Uber”. Pero lo que sucede después es una historia conocida: “el auto se rompe, el local se funde y la situación final desemboca en una profunda crisis personal y social a la vez”. Además, amplió, “el problema no es solo que te echan, te indemnizan y ya está, sino que además cada uno de los despedidos queda marcado: los adultos 'por viejos' y los jóvenes porque quedan con el estigma de ‘sindicalistas’ y los patrones no los contratan”.
Pese a las dificultades, el militante del PC no se entrega a la desazón. En ese sentido, remarcó que “la última movilización fue muy grande para lo que es San Nicolás” y explicó que, a pesar de que aún ciertos sectores de la población local se muestran apáticos ante la situación —pese a que la crisis en Siderar repercute en toda la economía local—, “la presencia de las dos CTA y las ganas de los despedidos de revertir la situación pueden ser un acicate para reunir fuerzas y vencer los despidos, la precarización y el ajuste que estamos sufriendo”.