Fue en Tafí Viejo, Tucumán, en un nuevo aniversario del fallecimiento de este joven militante de la Fede, baleado por una patota de Antonio Domingo Bussi en 1987. Ante su tumba, integrantes del Partido Comunista y familiares lo recordaron, exigiendo justicia y reafirmando el compromiso de seguir levantando sus banderas.
“Homenaje a la juventud capaz de ofrendar su vida para que los tiranos no nos arrebaten la libertad”. Esta frase es la que aparece a modo de austero epitafio en la placa que cubre la tumba donde yacen los restos de Fredy Rojas, en el cementerio de Tafí Viejo, la ciudad que lo vio nacer, trabajar, estudiar, luchar y también aquella en donde el 27 de agosto de 1987 fue ultimado por las balas asesinas de los sicarios de Antonio Domingo Bussi.
Todo sucedió cuando esa noche, militantes del PC junto a familiares de víctimas de la dictadura de Tafí Viejo, asistieron hacia el sitio en el que estaba prevista la realización de un acto proselitista de Bussi quien, meced a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, recorría el territorio tucumano en su primer intento por convertirse en gobernador, de la mano de Exequiel Ávila Gallo y su Partido Bandera Blanca.
El clima se había enrarecido ya que, poco antes en Monteros, la reacción popular había conseguido que fracasara un acto que pretendía tener al represor como figura excluyente. Por eso la patota de Bussi mandó una avanzada a Tafí para controlar las calles de acceso al lugar elegido para el acto y, para ello, montó un dispositivo que incluyó policías, a quienes se les sumaron civiles armados que habían formado parte de los grupos de tareas que actuaron durante el Operativo Independencia y luego durante la dictadura. Ahí estaban represores como el Tuerto Albornoz o Capucha Triviño.
La movilización de repudio a Bussi transcurría cuando desde la patota armada comenzaron los disparos a quemarropa, lo que provocó un desbande. En esas circunstancias tres manifestantes fueron heridos. En el caso de Fredy una de las balas entró por su cabeza, provocando un coma del que nunca pudo salir hasta que unos que unos meses más tarde, el 29 de noviembre, falleció con apenas veinte años.
Pasaron ocho años para que Bussi se convirtiera en gobernador de Tucumán, mientras que el crimen de Fredy, militante de la Federación Juvenil Comunista, quedaba impune. Sus autores materiales e intelectuales nunca fueron investigados.
Pero la frase fijada como epitafio, aún sin nombrarlo, habla de él con meridiana claridad, tal como lo hicieron quienes se acercaron hasta la necrópolis para compartir la ceremonia en la que el sacerdote Raúl Juárez, un cura que milita el Evangelio en la Opción por los Pobres, se dirigió a los presentes para reflexionar que honrar la vida, quizás pase por “quemarse una y diez veces, pero salir siempre adelante y sobrevivir”.
Mientras el padre Raúl decía estas palabras, sonaban las estrofas escritas por Eladia Blázquez en la magnífica interpretación de Mercedes Sosa de “Honrar la Vida”. Y en ese contexto, antes de invitar a compartir el pan y el vino, el sacerdote habló sobre “el caos que nos gobierna”, y de la manera en que ese caos amedrenta a la sociedad y reflexionó que como a Jesús, “a Fredy lo podemos entender por la fuerza del imperio que lo mata, pero también por el ideal que buscamos”.
Después de esta oración, trascendente y militante, claveles rojos fueron depositados sobre la tumba. Quien lo hizo fue la licenciada Victoria Bona, una rosarina investigadora del Conicet que desde hace un tiempo viene recorriendo la historia del papel jugado por el Partido Comunista durante las décadas de 1980 y 1990 en Tucumán y, por ende, puso su foco de atención sobre Fredy, su militancia y las circunstancias que rodearon a su asesinato.

También se hicieron presentes la hermana y la sobrina de Fredy, integrantes de la Liga Argentina por los Derechos Humanos y del PC; entre ellos, su secretario político provincial y activista por los DDHH, Juan José “Petu” Palacios, quien con tono calmo reflexionó que no resulta preciso hacer una exaltación de la figura de Fredy presentándolo como “un tipo impresionante, porque era un un ser humano capaz de hacer cosas para las que todos tenemos una condición y entonces sólo es cuestión de trabajarlas, de tomar esos ejemplos, mirarlos y darle manija”.
Por eso es que después de sostener que no es prudente creer “en seres especiales”, indicó que con Fredy “pasa lo mismo que cuando se habla del Che y de otras figuras históricas a las que a veces se presenta como que pareciera que no son de este mundo cuando, en realidad, eran seres humanos como nosotros, nada más que tenían esa capacidad de entender algunas cosas y de ponerlas en la práctica; cosas que a veces nosotros mismos no nos animamos a hacer”. Por esta razón, invitó “a que tomemos ese ejemplo de Fredy, que fue un ser humano en toda su dimensión”.
El asesinato de este joven comunista tiene como telón de fondo a la irrupción de un personaje siniestro como Bussi en la política y la vida institucional que después de 1983 intentaba reconstituirse dejando atrás la noche de la dictadura. Se trata de un personaje apoyado políticamente en un esquema que presenta un parecido preocupante con el que ahora mismo sustenta al mileismo y que tiene en el negacionismo a una de sus principales características.
“El negacionismo nunca se fue, sencillamente pasó que durante algunos años hubo políticas oficiales que sintonizaron con las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, pero también se produjo una suerte de memoricidio y comenzaron a aparecer de vuelta todos los que nunca dejaron de ser negacionistas y, particularmente, en Tucumán tenemos una sociedad muy de derecha, una sociedad muy facha”, puntualizó el responsable de Cultura del PC provincial, Silvano Frutos en diálogo con Nuestra Propuesta.
Después de recalcar que Fredy Rojas “era un militante que tenía un tremendo espíritu de líder y era un estudioso de Lenin”, Frutos sostuvo que “desde hace muchos años es común ver gente dibujando esvásticas y encontrarse seguido con quienes consideran que el orden es lo militar”. En tal contexto fue claro al subrayar que en su provincia, “ser comunista, marxista o simplemente de izquierda resulta peligroso”, por lo cual “es pertinente realizar este acto para honrar la memoria y la lucha de Fredy, como siempre lo hicimos, poniendo el pecho desde el Partido”.
Quizás sean en estas palabras de Frutos donde se pueda encontrar una de las claves que permitan definir a Fredy, al tiempo que ayuden a comprender que aquello que señala su epitafio lejos está de ser sólo una frase, ya que constituye parte de su legado, porque al estar asociada a la sagrada ofrenda que hizo este militante comunista, la de su propia vida, la palabra “libertad” tan mancillada durante los días que corren, vuelve a ser enaltecida, diáfana e inmaculada, como las banderas que Fredy Rojas supo levantar en su corta, intensa y enriquecedora vida.